El Gran Mimo de México, consentido de todos.
En 2011 los mexicanos celebramos el cien aniversario del nacimiento de Mario Moreno “Cantinflas”, el gran mimo de México, consentido de todos. Desde que un día aquel joven cómico decidió bajarse los pantalones mucho más allá de la cintura y detenerlos no en la cadera, sino en el coxis, ponerse una playera de manga larga que más bien parecía un remedo de lo que originalmente fue, tal vez blanca, imposible confirmarlo, y rematar el atuendo con un paliacate rojo de esos que “los niños bien” usaban para limpiarse los mocos; desde que se colgó una hilacha y la llamó su gabardina y se hizo un barquito a modo de sombrero, accesorio que delataba la elegancia masculina de su época, desde que a Mario Moreno se le ocurrió llamarse Cantinflas, los mexicanos nos dispusimos a cantinflear con toda la alegría y desparpajo que fuimos capaces.
Hacía 1993, Cantinflas se volvió adjetivo y sustantivo con la aprobación de la rama mexicana de la Real Academia de la Lengua. Decimos “cantinflear”, “cantinfleada”, “cantinflesco”. Se dio así nombre a una práctica ancestral de nuestro pueblo, que alcanza, aun en nuestros días, su cumbre en los discursos políticos: construir frases sin contenido alguno, sin sentido.
Cantinflas se convirtió en la quintaesencia de la picaresca mexicana.
Representativo del “peladito mexicano”, el busca vidas callejero y popular, el se echó en la bolsa raída de su pantalón al pueblo entero. Al representarlo, lo rescataba. “Cantinflas es popular porque en cada esquina tenemos uno”, solíamos decir.
En las carpas o teatros ambulantes de los barrios pobres de la ciudad de México, el cómico pronunciaba una retahíla de palabras que iban a dar a la nada, nunca una idea se concretaba, nunca tenían fin, y así, Cantinflas retrató a numerosos personajes del espectro urbano mexicano: el torero, el gendarme, el político.
Pero una cosa es Cantinflas y otra es Mario Moreno Reyes, nacido en la ciudad de México un doce de agosto de 1911, en la colonia Santa María de la Ribera: fue bolero, militar, aprendiz de torero, taxista y boxeador. Más tarde, ya como Cantinflas trabajó con varias compañías en las carpas que recorrían los barrios populares de la ciudad.
Debutó en teatro en 1936, en el Follies Berguere, y ese mismo año en el cine, género que le daría su mayor fama. No te engañes, corazón, de Miguel Contreras Torres, fu su primera película. En 1937 filmó Así es mi tierra y Águila o Sol de Arcady Boytler, a partir de las cuales su popularidad fue en aumento.
En 1937 ya era toda una estrella y en 1940 estelarizó Ahí está el detalle de Juan Bustillo Oro, película que lo consagró como el gran cómico de la pantalla grande. Sus compañeros eternos, grandes cómicos también tanto en las carpas donde exhibieron su ingenio y su picardía, como en la pantalla grande fueron Joaquín Pardavé, Manuel Medel, Estanislao Shilinsky, Roberto Soto.
Mario Moreno contrajo matrimonio con Valentina Ivanova y tras la muerte de ella en 1966, no volvió a casarse. No sólo el cine lo inmortalizó, Diego Rivera plasmó su figura en el centro del mural que pintó para la fachada del moderno Teatro Insurgentes, inaugurado por el mismo Cantinflas en 1953 y Charles Chaplin lo llegó a considerar “el mejor cómico del mundo”.
A lo largo de su carrera recibió numerosos premios y en 1987 el Ariel de Oro por su contribución al cine mexicano. Tal vez sin proponérselo, Cantinflas llegó a convertirse en un símbolo de México: el peladito, el hombre del pueblo, el mexicanito pobre, el que se las arregló para sobrevivir, el que aparece en las caricaturas de los periódicos. Es un personaje urbano que no se pudo haber dado sino en las calles de nuestra capital.
El cómico murió el 20 de abril de 1993, a consecuencia de un cáncer pulmonar. Los mexicanos le rindieron homenaje póstumo haciendo largas filas para despedirle. El último adiós al cómico de la gabardina fue un cortejo de lágrimas. “Ahí está el detalle, chiquitos, nada más me voy, de mi cuerpo de encarga Diosito”.
Material de Elena Pniatowska A.
Adaptación: Profa. Ma. Hortensia Contreras (historiadora)
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