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Hortensia Contreras

Crónicas y leyendas de esta noble y leal ciudad de México (I)


(Basado en la recopilación que hiciera don Jermán Argueta para su publicación “Crónicas y Leyendas”).



De allí tomé una deliciosa descripción de una de las más emblemáticas calles de nuestro centro histórico: La calle de Moneda. Y dice así, “No naufrague por la ciudad, súbase a nuestro barco y navegue por…la Calle de Moneda…


…Ahí está, a un costado de Palacio Nacional, la más hermosa calle del Centro Histórico: Moneda, antes llamada del Arzobispado, por encontrarse ahí la casa del arzobispo de la Nueva España.


Documentos históricos del siglo XVI señalan que, el entonces primer arzobispo Juan de Zumárraga, instauró la primera fundidora de campanas den tierras americanas. La llamada Casa de las Campañas se ubica en la esquina de las calles de Moneda y la antigua Cerrada de Santa Teresa (hoy Lic. Verdad), donde se establecería la primera imprenta en 1536. Se cuenta que el “metal de la pieza de artillería” de Hernán Cortés sirvió para la fundición de la primera campana dedicada a Santa María de la Asunción, patrona de la catedral; por cierto, se dice que el capitán planeó otorgar cañones como pago del diezmo que exigía la Iglesia; sin embargo, la queja de los clérigos no se hizo esperar tratándose de los bienes de la Corona; así que Cortés debió pagar su diezmo de forma personal y los cañones se registraron como “donativo” del rey.

Entre las historias y leyendas que se cuentan sobre el antiguo Palacio del Arzobispado, destaca aquella que ocurrió el 10 de diciembre de 1568, cuando llegó a esta casona el pintor flamenco Simón Pereyns custodiado por cuatro guardias y el fraile Bartolomé Ledezma, para ser encerrado en sus cárceles.


Algunos afirman que por judío; los más acertados por haber dejado escapar los demonios de la lengua, tras sostener que eran mejor pagados los retratos de particulares que las imágenes religiosas; que, para él, no debía ser pecado el vivir amancebado con mujer, sin la unción de Dios. Palabras herejes, para aquellos tiempos, y el pintor pagó sus blasfemias con los instrumentos del Santo Oficio; su cuerpo sufrió la tortura del potro y el embudo de agua. Lo triste de este suceso, es que el mismo Pereyns se entregó a las autoridades eclesiásticas.


El 4 de diciembre de ese año el artista fue encomendado a pintar “a su costa” a Nuestra Señora de la Merced, para pagar su condena; aunque, la tradición popular sostiene que éste fue perdonado por un milagro pues, siendo judío, pintó una imagen cristiana en la puerta de su mazmorra; imagen que con el tiempo llamarían las gentes la Virgen del Perdón.


La pintura fue colocada en el retablo que está frente a la puerta principal de Catedral, en el Altar del Perdón, consagrado a las ánimas del purgatorio y que por desgracia años después fue consumida por un terrible incendio.


Actualmente, el antiguo Palacio del Arzobispado es un museo que abunda en actividades culturales y recreativas para las familias mexicanas. También contiene el edificio un pequeño museo de sitio, donde se puede observar parte de la construcción prehispánica del templo de Tezcatlipoca, el del Espejo Humeante, que sirvió de cimiento a esta casona.


La Calle de Moneda también resguarda el edificio de la primera imprenta de América. El primer libro impreso en el Nuevo Mundo fue “Breve y Compendiosa Doctrina en Lengua Mexicana y Castellana, que contiene las cosas más necesarias de nuestra Sancta Fé Cathólica, para aprovechamiento de estos indios naturales y la salvación de sus ánimas”. Y, a finales de los años veinte del siglo XVI, a instancias del primer virrey don Antonio de Mendoza y fray Juan de Zumárraga, “el notable impresor de Sevilla, Juan Cromberger (en 1536) envió a México una imprenta con todos los útiles indispensables y bajo el cuidado y dirección de Juan Pablos”, oriundo de Lombardía, quien gozaba del privilegio de tener la única concesión para imprimir.


Aunque la suerte le cambión con la real cédula del 7 de septiembre de1558; ahí se le ordenó a Juan Pablos que “baje el precio de los volúmenes que imprime” y permitir que “el arte de la imprenta se usara y ejerciera libremente en esta tierra”. A partir de esa fecha, el invento de Gutenberg dejó de ser exclusividad de la calle de Moneda.

Antigua CASA DE MONEDA: Y si nos encaminamos hacia el oriente, sobre la acera derecha, su mirada reposará en una hermosa mansión “de cantera y tezontle y elegante portada, flanqueada por columnas con cartelas enrolladas”, con un señorial balcón que se abre al centro, rodeado con relieves de vegetales y conchas. Es la antigua Casa de Moneda, donde se acuñaron reales, maravedíes y pesos. Al principio a esta casa se la llamó La Fundición y se ubicaba en la esquina de la primera calle de la Monterilla (hoy 5 de febrero). En 1567 se ordenó que se estableciera en las casas reales, por eso está incluída en el mismo cuadro que ocupa el hoy Palacio Nacional. De 1531 a 1534 fue acondicionada por el arquitecto Peinado para el delicado trabajo; desde entonces la calle fue rebautizada con el nombre de Moneda, dejando al recuerdo la del Arzobispado.


En la Casa de Moneda se presentaban los tejos de oro y plata, tanto para pagar el quinto real como para que se señalara las sobre las piezas la ley o valor que tenían; recordemos que en los primeros años de la Conquista, no existía otra moneda troquelada y de España se enviaban muy pocas.

Después, en la segunda mitad del siglo XIX, la Casa de Moneda fue trasladada a la calle del Apartado. Y desde 1868 la casona albergó el Museo Nacional, con muchas piezas prehispánicas, precursor del actual Museo de Antropología e Historia. Actualmente, ahí se encuentra el Museo Nacional de las Culturas.


Continuará en la siguiente entrega...



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