(Libro XII, que dice cómo se hizo la guerra aquí, en el valle de México. Relato de los informantes indios de <Tlatelolco, recogido entre 1550 y 1555 por fray Bernardino de Sahagún en su Historia General de las cosas de Nueva España, libro XII).
Capítulo XXXVII: En el que se dice cómo los mexicanos se exponían peligrosamente para abrir el agua de los canales durante la noche, ahí donde los españoles los habían obstruido durante el día.
…Y nuestros enemigos vinieron a obstruir los canales. Pero cuando los enemigos se iban, aún, otra vez, allá también, los mexicanos quitaban las piedras con las que los enemigos habían tapado las vías del agua. Cuando amanecía, aún otra vez, allá también, todo estaba como ayer. Siempre lo hicieron así allá donde los españoles bloqueaban los canales. Muy simplemente, en seguida, venían a quitar las piedras, las vigas de madera, etc. Por eso la guerra se prolongó un poco; con trabajos los españoles abrieron brecha, y los canales así los consideraban como un gran muro.
Y los españoles y todos los tlaxcaltecas tenían como tarea común el camino, el gran camino de Yacacolco, y de Tlilhuacan, y de Atezcapan. Pero de Yacacolco, dde Cuepopan, deApauazcan, por donde se va a Ayácac, a Toteco, éstos estaban a cargo de las gentes de Xochimilco, de Cuitláhuac, de MIzquic, de Colhuacan, de Iztapalapan. Era su tarea combatir con barcas.
Y las gentes de allá, nautleros y arqueros, se animaban entre ellos para ir a su encuentro. No perdían nada de tiempo, luchaban en igualdad de condiciones. Era como si llovieran jabalinas. Como una serpiente que se escurre velozmente, así se deslizaban las flechas. Cuando la correa que lanza los dardos se proyectaba, era como si un amarillo oscuro se extendiera sobre los enemigos. Y ciertos guerreros valientes que tenían sus casas en Yacacolco no perdieron tiempo. No abandonaron a las mujeres queridas, a los niños. Con grandes trabajos los llevaron al abrigo en casas situadas en otro canal que se encontraba en Amáxac.
Y una vez ocurrió allá, en Toteco, que los españoles salieron de allá. Y llegaron al lugar en que se encontraba la “casa de los jóvenes”, un lugar llamado Ayácac. En seguida le prendieron fuego.
Y aún una de las naves de los españoles vino a penetrar allá, en Atliceuhyan, y numerosas barcas de gentes de Xochimilco entraron con ella. Y el valiente guerrero Temilotzin, tlacatécatl, se erguía muy derecho sobre un oratorio. Ahí estaba mirando a los españoles. Y el valiente guerrero, Coyoueuetzin plantó, entonces, las insignias del Aguila-Jaguar, mitad Aguila, mitad Jaguar. Vino en una barca desde Tolmayecan para rechazarlos, y numerosas barcas provistas de escudos vinieron a apoyarlo. Les dijo:
“¡Oh valientes guerreros, llegó el momento!, ¡vamos a rechazarlos ¡.
Enseguida, entonces, se precipitaron a las barcas. Y cuando los españoles vieron eso, enseguida les voltearon la espalda. Los mexicanos los persiguieron, y entonces se fueron directamente a Atliceuhyan. Y los españoles entonces retiraron sus naves, las juntaron en Amanalcol. Y muchos xochimilcas murieron bajo las flechas. Y así las cosas, cuando los mexicanos los perseguían, una vez más, los españoles se detuvieron. Entonces, los valientes guerreros los persiguieron…
(…y continúa el relato que recuerda la valiente defensa de tlatelolcas y mexicas)
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