(Los tres reyes magos vienen del Oriente,
Comiendo tortilla pelando los dientes).
La fiesta de Epifanía que se inició en Oriente, en el siglo III, tiene el encanto del misterio: tres reyes “magos” caminan siguiendo una estrella, llenos de fe y esperanza, hasta encontrar el amor de Dios Niño y celebrar su unión mística con él.
En los nacimientos, o reproducciones del pesebre, manos infantiles casi siempre, acercan las figuras de los Santos Reyes, y al caer la noche dejan sus zapatos en la ventana para recibir los regalos qua han de dejarles al pasar con su cabalgata de camellos, caballos y elefantes. Van camino al portal de Belén donde ofrendan al Niño Jesús oro por ser Rey, mirra por ser Hombre, e incienso por ser Dios, y reciben a cambio paz, amor y gozo, que fueron su recompensa. Melchor, Gaspar y Baltasar comparten desde entonces el tesoro del amor que recibieron; por eso son tan generosos.
Su recuerdo se celebra el 6 de enero de cada año. Según la costumbre se hace una rosca de pan que lleva escondida un haba bendita y un niño Jesús, chiquito, de porcelana. El haba es señal de realeza y el Niño de amistad. Al partirse la rosca se deja un pedazo para el primer pobre que llegue a pedir ayuda; después cada comensal parte su porción. Quien encuentra el haba se vuelve el rey de la fiesta, y al que le toca el niño se hace compadre del que lo invitó a la rosca y además tiene la obligación de invitar a todos los concurrentes a una tamalada el 2 de febrero, día de la Candelaria.
Ese día es costumbre llevar a bendecir al Niño Jesús, en una charola adornada con flores entre dos candelas que, al quedar benditas, sirven de protección y ayuda en las tempestades.
Al revivir el pasado navideño descubrimos el valor de nuestras ricas tradiciones que es necesario preservan, a pesar de diversas influencias extranjeras. (El árbol de Navidad, de origen sajón, pero muy arraigado, no debe eliminar al nacimiento sino colocarse cerca de él. Tampoco San Nicolás debe hacernos olvidar a los Santos Reyes). Los buñuelos, los villancicos, las posadas, las pastorelas, las piñatas….deben conservarse.
No perdamos aquello que nos identifica como pueblo creativo. Las tradiciones también son nuestro patrimonio, así que recordemos uno de estos elementos tan arraigado en nuestras celebraciones… LAS PIÑATAS
Un complemento indispensable en las posadas son las piñatas que tienen un origen bastante lejano, aunque a México llegaron por medio de los conquistadores españoles, estos las habían conocido a su vez de los italianos.
Por algunas informaciones se atribuye a Marco Polo haber llevado las piñatas a Italia en el siglo XIII después de que las conoció en el lejano Oriente. En efecto, los chinos confeccionaban una figura de vaca, de buey o de búfalo cubierta con papeles de colores a la que le colgaban instrumentos agrícolas. Esta figura servía para realizar una ceremonia al inicio de la primavera, que coincide con el año nuevo chino, los colores de la figura representaban las condiciones en que se desarrollaría el año, en relación a la agricultura. El buey o la vaca, estaban rellenos de semillas de cinco clases que se derramaban cuando los mandarines golpeaban con varas de diferentes colores a la figura. Después de haberla vaciado, se quemaba el papel y era el momento en que la gente trataba de obtener un pedazo de esas cenizas ya que eran consideradas de buena suerte para todo el año.
Al pasar esta costumbre a Europa, tuvo otra aplicación, ya que con otras creencias religiosas, se le adoptó para la cuaresma, el primer domingo, se le llamaba “Domingo de piñata”. Esta era una olla de barro decorada con papeles de colores, que estaba llena de dulces. Para romperla se le vendaban los ojos a los participantes.
Al pasar a América esta costumbre y considerando su ambiente festivo, se le usó para atraer a la gente a las ceremonias religiosas, posteriormente el pueblo se apropió de ellas para las celebraciones populares y fue así como esta costumbre se ha conservado entre nosotros.
Es usual que una piñata se llene de frutas de la temporada invernal: cacahuates, jícamas, naranjas, limas, tejocotes, cañas y en ocasiones se les agregan dulces, o bien existen otro tipo de piñatas a las que les llaman de “broma”, un ejemplo de ellas son las de “agua florida”.
Las formas de las piñatas fueron por muchos años animales, frutas o flores. EN los mercados que se engalanan de objetos para esta temporada, se pueden observar: zanahorias, rebanadas de sandía, perros, gatos o bien rosas y amapolas y también están las piñatas en forma de estrellas, que los artesanos decoran para representarlas lo mejor posible, para ello hacen uso del papel de china, papel de estaño y una buena olla de barro.
Existen pueblos de alfareros que se dedican a hacer “ollas piñateras” como ellos les llaman, estas ollas llegan a los mercados a donde las gentes que desean hacer ellas mismas sus piñatas, las pueden adquirir. Posteriormente proceden a aplicarle engrudo,, hecho en casa con harina, con el que pegan el papel periódico que servirá de base para darle la forma que se desea, usando los papeles de colores más apropiados.
Cuando se va a romper la piñata, ésta se cuelga en un lazo sostenido desde sus dos extremos por personas que la van a mover tratando de que no la rompan pronto. Por su parte quienes intentan romperla, deberán tener cubiertos los ojos, y con el palo en la mano les darán vueltas hasta hacerlos perder la noción del espacio de manera que no sea fácil romperla.
Y hoy terminaremos con un villancico y tocotín, que se atribuye a Sor Juana Inés de la Cruz:
Los mejicanos alegres
También a su usanza salen
Quien campea la lealtad
Bien es que aplauso campe;
Y con las cláusulas tiernas
Del mejicano lenguaje
En un tocotín sonoro
Dice con voces suaves:
Tla ya timohica
Toltazo Zuapillli
Macama amo Tonantzin
Titechmoicahuilis
Ma nel in ilhuicac
Huel timomaquitiz
¿amo nozo quenman
Tomotlalnamictizz?
Y aquí dejo a mis queridos lectores el primero de nuestros versos de este año 2021.
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