EL DIA 18 DE JULIO, en el patio de un convento, todo el pueblo madrileño fundó el quinto regimiento. Anda jaleo, jaleo, ya se acabó el alboroto y ahora empieza el tiroteo…
Vamos recordando el inicio de una lucha terrible que se desató en el 1936 y destrozó a un país entrañable, y lo quiero hacer esta vez a través de la voz de poetas que fueron testigos de tanto dolor y muerte. Empezando con las voces del ámbito popular que a través del canto intentaron defender la integridad de Madrid desde un principio de la agresión fascista.
Y aquí quiero traer a cuenta las palabras de un enorme poeta, peruano y universal, César Valleljo, para quien la Guerra Civil Española fue también su última batalla y que nos dejó quince poemas que tituló: España, aparta de mí este caliz… En estos poemas se entrecruzan en tonos sombríos y lacerantes blancuras. Son fragmentos incandescentes de un verbo erizado que estalla en esquirlas arrojadas por el más vívido de los sentimientos: el amor. Ese amor que finalmente triunfará sobre la muerte, la maldad y el destino porque “el hombre ha de ser bueno, sin embargo”.
Y leamos aquí alguna de sus palabras….Niños del mundo, si cae España -digo, es un decir- si cae
Del cielo abajo su antebrazo que asen, en cabestro, dos láminas terrestres;
Niños, ¡qué edad la de las sienes cóncavas!
¡Qué temprano en el sol lo que os decía!
¡qué pronto en vuestro pecho el ruido anciano!
¡qué viejo vuestro 2 en el, el cuaderno!
¡Bajad la voz, os digo;
Bajad la voz, el canto de las sílabas, el llanto de la materia y el rumor menor de las pirámides, y aún el de las sienes que andan con dos piedras!
¡Bajad del aliento, y si el antebrazo baja, si las férulas suenan, si es la noche, si el cielo cabe en dos limbos terrestres, si hay ruido en el sonido de las puertas, si tardo, si no veis a nadie, si os asustan los lápices sin punta, si la madre España cae –digo, es un decir- salid, niños del mundo; id a buscarla!
Y así, en ese dolor y esperanza transcurre el tiempo de la guerra. Y más tarde se levantan las voces de los que sobreviveron y tuvieron que partir al exilio, muchos de ellos llegaron a México y quisiera dejar este memorial con las palabras que nos dejaron algunos de los que asentaron su historial en tierras americanas: Para quien marcha al exilio, la palabra es la más importante de sus mínimas posesiones, por eso dice León Felipe:
Franco,..tuya es la hacienda,
La casa,
El caballo
Y la pistola…
Mía es la voz antigua de la tierra,
Ltú te quedas con todo,
Y me dejas desnudo y errante por el mundo…
Más yo te dejo mudo…!mudo…!
¿Y cómo vas a recoger el trigo
Y a alimentar el fuego
Si yo me llevo la canción?
Y entonces, nuestro Octavio Paz agrega su voz:, A un compañero muerto en el frente de Aragón…
Has muerto, camarada,
En el ardiente amanecer del mundo,
Has muerto cuando apenas
Tu mundo, nuestro mundo amanecía,
Llevabas en los ojos, en el pecho,
Tras el gesto implacable de la boca,
Un claro sonreir, un alba pura.
Te imagino cercado por las balas,
Por la rabia y el odio pantanoso,
Como relámpago caído y agua
Prisionera de rocas y negrura.
Te imagino tirado en lodazales
Sin máscara, sonriente,
Tocando, ya sin tacto,
Las manos camaradas que soñabas.
Has muerto entre los tuyos, por los tuyos. “Elegía “ Octavio Paz
Y terminemos con la “Dedicatoria de un álbum” del poeta Pedro Garfias
Fue la obra de un hombre y la obra de su pueboo.
Cuando el barco enfilaba la bocana de puerto
-ya ab ría el sol sus rayos como un capullo lento-
Asomó Veracruz su perfil marinero.
Atrás quedaba España, con su sombra y su miedo,
Francia con su vergüenza…En frente estaba México.
Derribadas las frentes, desangrados los pechos,
Los hombres como arenas de cristales espesos
Y las mujeres altas como torres de hielo
¿qué éramos, ante el signo del mañana, qué éramos?
De pronto se hizo añicos de luces el silencio
Y una gran muchedumbre de voces respondieron:
¡Viva la España libre!...Las mujeres se irguieron
Y mostraron sus niños como racimos tiernos.
Los hombres restallaron como trigales secos
Los ancianos lloraron…y todos comprendieron
¡Eramos mexicanos1 Campesinos y obreros
Abrían sus costados y sus brazos enérgicos
Y un hombre avizoraba, gravemente, a lo lejos.
Cárdenas: que tu nombre arda en todos los pechos
Como en todas las frentes el nombre de tu pueblo.
Comments