El dios nómada
El Niño Dios Vive en Xochimilco
El ritual que una comunidad celebra desde hace más de 400 años a un Niño Dios que trabaja sin descanso en beneficio de los suyos…
Sus fieles son capaces de invertir más de un millón de pesos para tenerlo contento. Con su piel policromada de madera de colorín y sus ojos rasgados, el Niñopa descansa tranquilo en su cuna. Al nacer, hace más de 400 años, pesó 500 gramos y alcanzó 51 centimetros de altura…y no ha cambiado. La orgullosa comunidad de Xochimilco lo carga, le cante, le susurra al oído y lo cambia de ropa todos los días. No hay mimo ni rezo que falte o sobre porque “las cosas sólo pasan si el Niñopa así lo quiere”. El niño visita a los enfermos, escucha secretos, devuelve miradas, juego con sus canicas, come dulces de cajeta, se sonroja antes los abrazos de sus protectores e incluso hay rumores de que se divierte nadando en los canales cuando todos duermen. Este Niño Dios de rasgos xochimilcas no sólo es el miembro más querido de su pueblo, es el depositario de la fe individual y el contenedor de los deseos colectivos que ha mantenido unido a Xochimilco, cuya fuerza, incluso ha hecho que se pongan a su disposición hasta las más altas esferas eclesiásticas.
El 2 de febrero es un día crucial en la vida del Niñopa, es el cambio de mayordomía, en que un miembro del pueblo jura acompañar y serir con fidelidad al Niñopa en todas sus actividades durante un año entero. Las listas de espera para obtener este privilegio abarcan hasta más allá del año 2040. El Niño protagoniza la historia de los mayordomos en turno y está en cada uno de los actos cotidianos de Xochimilco, que espera con ansias verlo pasar por sus calles o que mantiene la esperanza de cuidarlo algún día.
Esta figura tan venerada es la imagen del Niño Dios bajo el nombre del Niñopa, término que proviene de la mezcla del castellano “niño” y del náhuatl “pan” que significa lugar, o sea “el lugar donde se encuentra el niño”. La figura es una talla hecha por los del pueblo y data del s. XVI. Pero se le empezó a conocer fuera de Xochimilco hasta hace pocos años. La costumbre es que cada año el niño estrene casa, por lo que la familia en turno ahorra durante el tiempo de espera para construirle un nuevo hogar al Niñopa o al menos, un cuarto digno donde el niño pueda guardar sus cosas y “tener un espacio de intimidad”. La tradición manda que las familias que lo tienen como anfitriones, se comprometen, mediante una carta, a rezarle el rosario todos los días a las ocho de la noche, llevarlo a misa cada domingo, así como en Navidad y el día de la Candelaria, 2 de febrero, además de estar al tanto de la organización de las nueve posadas y la adoración de los Reyes Magos, conservar las pertenencias de la figura y, sobre todo, entregar el niño al nuevo mayordomo. Este día por la mañana salen importantes procesiones hacia la parroquia de San Bernardino de Siena. Las calles de Xochimilco lucen repletas y el niño va vestido de gala. La ceremonia de entrega se inicia a las 12 del Apia y se lleva a cabo en el atrio de la iglesia. A su término, se regresa en procesión a la nueva casa del Niño, en medio de la algarabía de mariachis, bailes de chinelos, música de estudiantinas y los infaltables cohetes. Banderitas de colores marcan el camino en las calles de Xochimilco para encontrar el domicilio del nuevo mayordomo. En las entradas principales al barrio anfitrión se colocan las famosas portadas, arcos artesanales hechos de mijo, haba, maíz rojo, lenteja, frijol rojo, maíz morado, arroz y canicas molidas. La comida, los rezos y los fuegos artificiales hacen brillar una fiesta que parece no tener fin.
Finalmente, por la noche, desde ese día en adelante, al niño se le arrulla y se invita a merendar a los visitantes y así seguirá por los años por venir en los que la fe y el amor a la imagen que cuida y protege desde tantos años a los habitantes de los siete barrios del antiguo pueblo de Xochimilco.
Comments