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Hortensia Contreras

El Poeta de la Libertad... Walt Whitman



Walt Whitman (Nueva York, 31 de mayo de 1819)


…un mundo, hijo de Manhattan, turbulento, carnal, sensual, comedor, bebedor y procreador, ni sentimental ni superior a hombres y mujeres, ni alejado de ellos.

Del Poeta que era una Galaxia, por Manuel Vilas


El autor de Hojas de Hierba (Leaves of Grass) nació el 31 de mayo de 1819 en West Hills, Nueva York a casi cuarenta kilómetros del centro de Manhattan. Más de una vez haría ese camino este poeta del que celebramos 200 años de su nacimiento. De Whitman no se ha dejado de hablar jamás, ha estado presente en todo momento de la historia literaria contemporánea.


Poeta, periodista, pero más que nada un profundo apasionado de la libertad.


Su padre, granjero sencillo y más tarde carpintero, llevó a su esposa y nueve hijos de Long Island a Brooklyn en 1823. Allí se criaron Walt y sus hermanos. Educado en escuelas públicas de distrito hasta los doce años. Luego durante dos décadas el joven trabajó como impresor y periodista, y también ejerció la docencia en Long Island durante un par de años. En 1848, su pensamiento político marcadamente “libertario”, hizo que perdiera su trabajo editorial en el rotativo conservador el Eagle de Brooklyn. Se marchó y se dirigió al sur, concretamente a Nueva Orleans donde se contrató para escribir en el Crescent, periódico local. Fascinado por la ciudad, permaneció allí unos meses para más tarde volver a Brooklyn vía S. Luis, Chicago, los Grandes Lagos, Niagara, Albany y el Hudson.


En 1855, Whitman publicó su gran tributo a América, el volumen de poemas que se convertiría en la obra de su vida, Hojas de Hierba. Al no ser del todo bien recibido Whitman dedicó el resto de su vida a expandir y revisar constantemente la obra. Al final entre 1855 y 1892 se publicaron nueve ediciones. Durante la Guerra Civil y años más tarde, el poeta trabajó como corresponsal de guerra y funcionario del estado, dedicando mucho de su tiempo a cuidar de enfermos y heridos en hospitales cerca de Washington, mientras escribía otros textos que manifiestan sus temas preferidos, su propia vida en la América del S. XIX y su lucha incansable por la libertad.


Atacado por la parálisis en 1873, el peta se retiró a Nueva Jersey donde permaneció hasta su muerte en 1892.


Ahora, en el bicentenario de su nacimiento, haríamos bien en preguntarnos porqué de vez en cuando la literatura produce obras tan sublimes como Hojas de Hierba. Puede que Whitman intuyera que la literatura funda la ilusión de la espiritualidad, de las emociones vivas, sin la cual los seres humanos podemos experimentar un profundo desamparo. En Whitman celebramos no una técnica perfecta o un logro de estilo específico, más bien celebramos una expansión, un ensanchamiento, un crecimiento de la vida. Eso fue Whitman: la vida en expansión, una herida llena de belleza. Por eso, no podemos acercarnos a la poesía de Whitman sin que lo que allí está plasmado no repercuta directamente en nuestra concepción de la vida. Del poeta uno emerge habiendo aprendido una lección que no puede rebatirse. La lección se llama libertad interior. No ha habido después de Whitman ningún escritor que haya añadido ni una coma a esa expansión frenética del don de estar vivo.


Whitman nos afirma que el mundo fue creado para la humanidad entera, para su felicidad absoluta. Entendemos entonces que cualquier hombre puede hablarle al mundo, El exaltó su vida para que nosotros nos atreviéramos a hacer lo mismo con la nuestra. Y leerlo y releerlo nos sigue emocionando porque después de leerlo uno comprende la infinitud y la belleza, no de la vida de Whitman, sino de la vida propia. La vida personal del que lee a Whitman se convierte en un acontecimiento sobrenatural.

Imposible no amar esta poesía, esta poesía que, para colmo, fue escrita en prosa.

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