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Hortensia Contreras

Jaimes Sabines

Amigos, hoy quisiera volver a acercarme a la poética, y para iniciar al mes quisiera compartir una reflexión de nuestro muy querido poeta; Jaime Sabines.


Jaime Sabines fue un poeta mexicano, reconocido como uno de los grandes mexicanos del s. XX. Nacido en la capital del estado de Chiapas el 25 de marzo de 1926 y fallecido en la ciudad de México el 19 de marzo de 1999. Sabines nos deja un legado amorosísimo de poesía en diversas antologías desde Tarumba hasta Pieces of Shadow y Recogiendo Poemas.


Poeta de amor y muerte; de los sentidos, la emoción y la noche, Sabines es un cantor de escenarios cerrados, de la tribulación y del llanto del hombre, cuya barbaridad, cuya contundencia expresiva dan a sus versos “una secreta complejidad”.

Vayamos pues, de mano del poeta mismo, hacia su reflexión acerca del concepto de dios.


ME ENCANTA DIOS


Me encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en serio. A él le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante torpe de las manos.


Nos ha enviado a algunos tipos excepcionales como Bud, o Cristo, o Mahoma, o mi tía Chofi, para que nos digan que nos portemos bien. Pero esto a él no le preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña, que el hombre se traga al hombre. Y por eso inventó la muerte: para que la vida -no tú ni yo- la vida, sea para siempre.


Ahora los científicos salen con su teoría del Big Bang… Pero, ¿qué importa si el universo se expande interminablemente o se contrae? Esto es asunto sólo para agencias de viajes.


A mí me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las hormigas.


Y es tan juguetón y travieso que el otro día descubrí que ha hecho -frente al ataque de los antibióticos- ¡bacterias mutantes!.


Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo de carne y hueso, hace campos de flores o pinta el cielo de manera increíble.

Mueve una mano y hace el mar, y mueve otra y hace el bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento.


Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos, y manda tormentas, caudales de fuego, vientos desatados, aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es mentira. Es la tierra que cambia -y se agita y crece- cuando Dios se aleja.


Dios siempre está de buen humor. Por eso es el preferido de mis padres, el escogido de mis hijos, el más cercano de mis hermanos, la mujer más amada, el perrito y la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más tierno, el aroma más dulce, la noche insondable, el borboteo de luz, el manantial que soy.


A mí me gusta, a mí me encanta Dios. Que Dios bendiga a Dios.


… y, un pequeño homenaje… LA LUNA

La luna se puede tomar a cucharadas

O como una cápsula cada dos horas.

Es buena como Hipnótico y sedante

Y también alivia

A los que se han intoxicado de filosofía.


Un pedazo de luna en el bolsillo

Es mejor amuleto que la pata de conejo:

Sirve para encontrar a quien se ama,

Para ser rico sin que lo sepa nadie

Y para alejar a los médicos y las clínicas.

Se puede dar de postre a los niños

Cuando no se han dormido,

Y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos

Ayudarán a bien morir.


Pon una hoja tierna de luna

Debajo de la almohada

Y mirarás lo que quieras ver.


Lleva siempre un frasquito del aire de la luna

Para cuando te ahogues,

Y dale la llave de la luna

A los presos y a los desencantados.


Para los condenados a muerte

Y para los condenados a vida

No hay mejor estimulante que la luna

En dosis precisas y controladas.

Jaime Sabines

¡Salud al poeta!

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