México 1918- 2000 México)
Tan sólo una mirada
Y el camino del goce está trazado,
La interna llamarada
Todo el cuerpo ha cimbrado,
Y el corazón quedó petrificado.
Después la mano leve
En el misterio del amor se inicia;
Por dentro fuego llueve,
Es mortal la caricia,
Se confunde el temor con la delicia.
La carne ya no lucha;
A dar toda su esencia está dispuesta.
Solamente se escucha
Una tenue protesta
Que unos labios clausuran por respuesta.
Famosa poeta mexicana de los años cincuenta, fue una mujer de múltiples contrastes. Entre los personajes femeninos de esa época brilla la poeta al lado de Frida Kahlo, María Félix, Dolores del Río, Lupe Marín, María Asúnsolo, Leonora Carrington, Remedios Varo y tantas grandes figuras más, sin olvidar a cantantes como Toña la Negra y vedettes como la inmortal Tongolele. Amor le escribió décimas a Dios y bailó en una pasarela sólo para ella y escandalizó al llegar a un plató de televisión con un escote que le llegaba al ombligo. Y hoy, a veinte años de su muerte, sigue dando de qué hablar.
Su actitud ante la vida podría definirse como de una desnudez ostentosa. No sólo por las innumerables ocasiones en las que exhibió sus preciados pechos, sino también por sus versos. La poeta, más conocida como Pita Amor, solía cubrir su cuerpo con elegantes joyas, pero disfrutaba vistiendo con ropa de gasa transparente o dejando caer sus vestidos sin que le importara quién la viera, y desde el aspecto literario sus sonetos eran perfectos.
Nació Pita en el seno de una familia conservadora, católica y porfirista (una época dominada por el presidente Porfirio Díaz), fue la última de siete hermanos y desde muy pequeña mostró su carácter caprichoso y vanidoso. “Yo de niña fui graciosa, de adolescente llorona, en mi juventud cabrona y en mi verano impetuosa”, recitaría la poeta años más tarde.
Pita Amor desafió las costumbres de su época. Su vida amorosa fue intensa y variada, fue madre soltera, protagonista de varios escándalos y plasmó en sus versos sus dudas sobre Dios y demás angustias existenciales. De joven buscó el éxito en el cine y en el teatro pero en ninguno destacó.
Un día a los 27 años según cuenta ella misma, en una servilleta y con el lápiz con que se maquillaba los ojos, escribió sus primeras líneas. Dos años más tarde publicó su primer poemario, “Yo soy mi propia casa”, mismo que fue aclamado por innumerables intelectuales de la época. Entonces Amor abordó la que sería su época dorada. Publicó muchos poemarios más y participó en exitosos recitales. Sin embargo, en 1961 su hijo Manuel, de menos de dos años y del que se hacía cargo una de sus hermanas, murió ahogado. La tragedia recluyó a la escritora por varios años. Ya en los setenta la poeta volvió a los escaparates de la prensa, pero nunca con tanta fuerza como en los cincuenta. Y es que Guadalupe Amor fue otra tras la muerte de su pequeño.
Dicen los biógrafos que hay mujeres que saben muy bien manejar su personaje y su imagen, pero Pita, ese personaje estrambótico, paulatinamente fue devorando a Guadalupe Amor.
Leamos a Guadalupe Amor, hay que tomar en serio su obra, hay que reconocer que quienes la reconocieron y la alabaron, no eran unos cualquiera, era Alfonso Reyes, era José Gaos, era Juan Rulfo, era Juan José Arreola; era todo un escuadrón de intelectuales destacadísimos del México del siglo veinte.
A MI ME HA DADO
A mí me ha dado en escribir sonetos
Como a otros les da en hacer sonatas
Lo mismo que si fueran corcholatas
Etiquetas, botones o boletos
A mí me ha dado en descubrir secretos
A mí me ha dado por volar veletas
A mí me ha dado en recortar siluetas
Y en medir bien la luz de los abetos
A mí me ha dado en alumbrar la rosa
Y medir el listón de la violeta
La rosa que se vuela en mariposa
La rosa desmayada tan secreta
La rosa de la flor maravillosa,
Y en quebrar el fulgor de la ruleta
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