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Hortensia Contreras

La Ofrenda de Muertos (Entre fragancias, ceras y flores)

Artículo aparecido en la publicación Crónicas y leyendas mexicanas.



Y ahora que seguimos el mes en que recordamos a nuestros familiares y amigos fallecidos me permito compartirles un artículo aparecido en esta revista:

“La ofrenda es ese ritual colorido donde la comunidad está representada con su dádiva; es un acto sagrado, pero también puede ser profano. Lo profano va más allá de la esencia de lo sagrado. La religión popular es la simbiosis de la devoción sagrada y la práctica profana. Ofrendar, en el día de Muertos, es compartir con los difuntos el pan, la sal, las frutas, los alimentos, el agua, y si son adultos, el aguardiente. Ofrendar es estar cerca de nuestros muertos para dialogar con su recuerdo, con su vida. La ofrenda es el reencuentro con un ritual que convoca, con todo y el incienso, a la memoria. La ofrenda del Día de Muertos es esa mezcla cultural donde los europeos pusieron algunas flores, ceras, velas y veladoras; los indígenas le agregaron el copal y la comida y, claro, la flor de cempasuchitl. La ofrenda, tal y como nos ha llegado, es también un sincretismo del viejo y el nuevo mundo. Y hoy, en casi cinco siglos, los muertos requieren elementos materiales, frugales e intangibles (estelas de olores y fragancias que le nacen a las flores, al incienso y al copal. Si, la ofrenda de muertos debe tener nueve elementos esenciales. Si faltara uno de ellos se pierde, aunque no del todo, el encanto espiritual que rodea a este patrimonio religioso. Una reflexión más, : la ofrenda es una acción de culto y veneración místico religiosa; concepto de fe en la inmortalidad del alma.

Elementos imprescindibles para recibir a las ánimas. Cada uno de los siguientes elementos encierra su propia historia, tradición, poesía y, más que nada, misticismo o, por qué no, sofisticación, que no desmerece. Veamos:

La Fuente de la Vida, el AGUA, se ofrece a las ánimas para que mitiguen su sed después de su largo recorrido y para que fortalezcan su regreso. En algunas culturas también simboliza la pureza del alma.


El elemento de purificación, la sal , sirve para que el cuerpo no se corrompa en su viaje de ida y vuelta, para el siguiente año.


Nuestros Ancestros utilizaban rajas de Ocote. En la actualidad se usa la cera en sus diferentes formas:velas, veladoras o cirios. La flama que producen significa la luz, la fe, la esperanza: es guíai para que las ánimas puedan llegar a sus antiguos hogares y alumbrar el regreso a su morada. En varias comunidades indígenas cada vela representa a un difunto, es decir, el número de veladoras que tendrá el altar dependerá de las almas que quiere recibir la familia. Si los cirios o los candeleros son morados, es señal de duelo; y si se ponen cuatro de estos en cruz, representan los cuatro puntos cardinales, de manera que el ánima pueda orientarse hasta encontrar su camino y su casa.


El Copal, era ofrecido por los indígenas a sus dioses, es el elemento que sublima la oración o alabanza. Fragancia de reverencia. Se utiliza para limpiar el lugar de malos espiritus y así el ánima pueda entrar en su casa sin ningún peligro.

Las Flores, son símbolo de la festividad por sus colores y estelas aromáticas. Adornan y aromatizan el lugar durante la estancia del ánima, la cual al marcharse, se irá contenta. El 31 de octubre, el alelí y la nube no pueden faltar pues su color significa pureza y ternura, y acompañan a las almas de los niños. En muchos lugares del país se acostumbra poner caminos de pétalos, que sirven para guiar al difunto del camposanto a la ofrenda y viceversa.


Entre los múltiples usos del Petate se encuentra el de cama, mesa o mortaja. En este particular día funciona para que las ánimas descansen, así como de mantel para colocar los alimentos de la ofrenda.


El ofrecimiento fraternal es el Pan. La Iglesia lo presenta como el “cuerpo de Cristo” Elaborado de diferentes formas , el pan es un los elementos más preciados en el altar.

Otros objetos, opcionales para rememorar y ofrendar a los difuntos.

El Retrato del Familiar o Amigo fallecido.


La imagen de las ánimas del Purgatorio, para obtener la libertad del alma de nuestro difunto, por si acaso se encontrara en ese lugar; para ayudarlo a salir, también puede servir una cruz pequeña hecha con ceniza.


Otras Imágenes de Santos, para que sirvan como medio de interrelación entre muertos y vivos, ya que en el altar son sinónimo de las buenas relaciones sociales. Además, simbolizan la paz en el hogar y la firme aceptación de compartir los alimentos, como la calabaza en dulce o las manzanas, que representan la sangre y la amabilidad.

El Mole con pollo, gallina o guajolote, es el platillo favorito que ponen muchos indígenas en el altar. Aunque a veces también la agregan barbacoa con su consomé. Estos platillos son esa estela de aromas, el banquete de la comida en honor a los seres recordados. La buena comida tiene por objeto deleitar el ánima que nos visita.


Se puede incluir el chocolate de agua. La tradición prehispánica dice que los invitados tomaban el chocolate preparado con el agua que usaba el difunto para bañarse, de manera que los visitantes se impregnaban de la esencia del difunto.

Las Calaveras de Azucar. Medianas, son alusión a la muerte siempre presente; las calaveras chicas son dedicadas a la Santísima Trinidad y la grande al Padre Eterno.

También se puede colocar un aguamanil, jabón y toalla por si el ánima necesita lavarse las manos después del largo viaje.


El Licor, es para que recuerde los grandes acontecimientos durante su vida y se decida a visitarnos.


Una cruz grande de ceniza, sirve para que al llegar el ánima hasta el altar, pueda expiar sus culpas pendientes.


El altar puede adornarse con Papel Picado,, o con telas de seda y satín donde descansan también figuras de barro, incensario o ropa limpia para recibir a las ánimas.


La ofrenda, en sí, es un tipo de escenografía donde participan nuestros muertos. Actores etéreos que llegan a beber, comer, descansar y convivir con sus deudos.


Al final de su día son como son: la exhalación de un efímero viaje. Nuestros muertos gozan de cabal salud.


¡Salud por el rito!

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