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Hortensia Contreras

Las tradiciones de Semana Santa en México

Altar de Dolores

Dentro de las celebraciones que adquieren relevancia para recordar la Pasión y Muerte de Jesús se encuentra el montaje de un altar dedicado al dolor que va a vivir María por la próxima semana de Pasión. El viernes anterior al Domingo de Ramos, vendría entonces a ser la fecha que marca el inicio de las celebraciones de toda la semana hasta el Domingo de Resurrección. Ese viernes se recuerda el dolor vivido por la madre al ser testigo del enorme dolor sufrido por el hijo. Con este motivo se montan Altares de Dolores, en los templos y en los hogares, dedicados a la exaltación de la Virgen María en su advocación de Dolor, que se distingue por su rostro doliente y bañado en lágrimas.

En México durante el siglo XIX y buena parte del XX, las personas que acudían a las casas donde había un Altar, expresaban sus condolencias a la Virgen y eran convidados a tomar aguas frescas de chía, Jamaica o limón. La tradición que había caído un poco en el olvido se está recuperando y hoy en día muchos templos la retoman buscando no olvidar los elementos que la conforman, a saber:

· Imagen de la Virgen de Dolores, enmarcada o adoselada con lágrimas realizadas de cristal

· Crucifijo

· Agua de colores: rojo (la sangre derramada de Cristo), morado (el luto por la muerte de Jesús), verde (la esperanza en la resurrección), y el agua como símbolo de las lágrimas de la Virgen

· Esferas azules y doradas para conmemorar y exaltar el dolor de la Virgen

· Papel de china morado y blanco que representan el luto de la Virgen y el símbolo de la Semana Santa

· Trigo germinado y tapete de semillas como signo de la esperanza en la Resurrección de Cristo

· Naranjas doradas con banderitas de papel picado, por la promesa de la Resurrección

· Velas escamadas que representan la fe en la Resurrección

En las casas mexicanas que aun preservan estas tradiciones, se acostumbra rezar un novenario de muerto antes del Viernes de Dolores y se incluyen galletas de trigo o de avena que se sirven a los visitantes junto con las aguas frescas. En otras hasta había música que buscaba distraer a la Virgen en su dolor.

Se acostumbraba para las condolencias de la Virgen que a la entrada de la casa, sobre una mesa, decorada con papel de chica, colocaban grandes ollas de barro o vitroleros llenos de agua fresca y algunas botellas de licor para obsequiar a las personas que entraban a la casa a ver “el incendio” de Dolores, con estas estrofas:

Las visitas preguntaban: ¿Ya lloró la Virgen?

Los caseros respondían: ¡De limón y con chía, de tamarindo y de jamaica!

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