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Hortensia Contreras

Malinalli

Existen una infinidad de libros y estudios dedicados a la Malinche, todo parece que se ha dicho ya, aun así, la fascinación por el personaje sigue llamando la atención de muchos, tanto nacionales como extranjeros, y no dejan de intentar develar el enorme misterio que sigue envolviendo a esta mujer.

Aun cuando los festejos de los Centenarios que están en proceso de celebración son muestra de un profundo trabajo memorial sobre la Independencia y la Revolución, algo permanece ausente ya que el momento inaugural mexicano, la Conquista, no ha sido integrado a esa gran reflexión nacional sobre la historia de este país.

En tanto, dejemos que este singular nos cuente de sí misma para iluminar algo de la imagen que tenemos de ella., así también olvidar la dicotomía en la que la historia siempre la ha querido ubicar, ¿Heroína o traidora?


Escuchemos su voz.

Mural de José Clemente Orozco

YO SOY MALINALLI TENEPAL

En mi historia se entretejen factores que vienen de un muy remoto pasado, pues en la raíz del nombre que ostento, se permea la herencia de Malinlxochitl, aquella que fue abandonada en Malinalco, acusada de poseer poderes destructivos, para así separarla del mando e influencia que ejercía sobre el pueblo, aquella que tuvo un hijo de nombre Copil, de cuyo corazón, al ser muerto en combate, broto el tunal, en donde se conjuntaron los signos del augurio, inicio del imperio de la Gran Tenochtitlán.

Malinalli es también un signo del calendario, ocupa el duodécimo de los veinte días que componen sus meses, se traduce coo hierba, zacate, matorral, o incluso se interpreta como torcer el algodón o la hierba, con la cual se fabrica entre otras cosas el mecatl, con el que se mide y se trazan figuras geométricas. Malinalli es el signo que se asocia a las plantas visionarias, a las plantas maestras. Su nobre es sinónimo de vida, muerte y renacimiento, representando la renovación eterna de la vida con un cráreno dentro del cual crece la hierba.

El destino quiso otorgarme el tonalli Malinalli, todo conspiró para que yo viviese las especiales y poco comunes circunstancias que ahora les narro:

Yo, Malinalli Tenepal, nací en Painala,lugar cercano a Coatzacoalcos en el hoy estado de Veracruz. Transcurría el año 1504 del calendario traído por los llegados de España. Mi padre, el cacique Tenepal, muere siendo yo una pequeña niña. No pasó mucho tiempo para que mi madre Cimatl, contrajera nuevas nupcias y trajera al mundo a un hijo varón.

El esposo de mi madre se encontraba celoso de mí, ambicionaba mi herencia, por lo cual ambos deciden despojarme de ella, fingen mi muerte y me declaran muerta ante la población, me regalan a unos comerciantes, los que a su vez me venden como esclava en lo que ahora es Tabasco, es así que de cuna noble, pasé a ser una niña sirvienta, al servicio de un cacique maya.

Al llegar a mi adolescencia fui dada nuevamente como presente a los hombres blancos llegados del mar, lo que daría un giro sorprendente a mi destino.

A muy temprana edad me percaté de la importancia de la mente, podían limitar a mi materia, más no mi pensamiento, la proyección de mi ser a lejanos mundos. Me sorprendía la rapidez con la que aprendía de todo lo que me rodeaba, hablaba con fluidez el náhuatl y el maya, posteriormente también el español, francamente me resultaba peculiar el que a aquellos que se nos imponían por la fuerza de las armas, les resultara tan difícil entender nuestras lenguas, llegando a ser por ello imprescindible mi presencia en diálogos profundos y de vital trascendencia entre el hombre blanco y los nativos de esta tierra.

Tuve un hijo y una hija, Martín Cortés y María Jaramillo, el primero fue hijo de Hernán Cortés y la segunda de Juan Jaramillo. No pude disfrutar realmente de la presencia de mis hijos, ya que Martín fue arrancado de mi lado siendo muy niño, su padre lo alejó de mí. En cuanto a María, mi pobre niña, fue privada de mi persona y despojada de la fortuna que por derecho le pertenecía, por su propio padre.

Juan Jaramillo, ambicioso, deseoso de fortuna, me arranca la vida por órdenes de Cortés, el cual lo usa despertando su codicia, para sí evitar mi testimonio sobre su actuar. Los miedos del conquistador, su temor a la verdad, se reflejaron en las trece puñaladas que recibió mi cuerpo, provenientes de la cruel mano de quien fuera mi esposo.

Así que aquella madrugada del 24 de enero de 1529, entraba en un nuevo territorio, el del Mictlán. Conocí la instrucción dada por aquel a quien había amado tanto, más todo ello llegó con rapidez, como todo lo acontecido a lo largo de mi vida. Ahí estaba de nuevo ante un cambio de vida, ante el umbral de un nuevo ciclo. En mi agonía, escuché la voz del corazón que me decía: “el sacrificio de tu persona no ha sido en vano, ahora eres una ánima Conquistadora de los Vientos, eres luz que por fin conquista la Libertad Total”.

Y a esa luz se le permitió, como un regalo del Dador de la Vida, comprender en un instante, las razones de la historia y el futuro de esta tierra. Al sentir tan profundo amor y percibir la fuerza mestiza presente en mis hijos, pude perdonar a Cortés, y todos mis agresores y consolar mi sangre india. Me liberé.


Para poder comprender la herencia cultural en el ahora, es importante tener una visión de la historia, costumbres y situación general de quienes ocupaban este espacio.

El encuentro entre Moctezuma y Cortés, es uno de los acontecimientos más singulares en la historia del mundo. Qué pasaba por sus mentes? Ahora que soy luz veo que no me equivoqué en lo que mi intuición indicaba.

Primero el asombro mutuo, el gran Tlatoani Moctezuma, educado en el amor a Dios y Cortés a quién sólo apelaba la voz de la materia con su pensamiento ambicioso, que contemplaba estupefacto la silla de oro, los ropajes de oro del gran Tlatoani, pensó incluso en atreverse a levantar las vestiduras del Emperador, para cerciorarse de que aquel hombre, de finísima piel lampiña, no era también de oro. Le parecía estar viviendo un sueño, la armonía, colorido y orden geométrico de la Gran Tenochtitlán, era algo nunca antes visto por sus ojos, los gratos aromas que inundaban el ambiente le llevaban a dudar si aquello era real o soñaba, por un instante hubiera querido detener el tiempo y saborear intensamente aquel momento.

El encuentro fue brutal , dos pensamientos con un concepto de vida totalmente distinto. Solamente unos cuantos años llevó al conquistador destruir y aniquilar todo lo que fuese diferente a aquello que deseaba imponer.

El amoroso sentimiento que emana de esta tierra por sus hijos, en aquellas noches se manifestó en un lamento. Por todo del Anáhuac se escuchaba: “hijos, hijitos míos, ¿qué será de ustedes?

Y la vida encontró un camino…

(fragmento del texto Malintzin, de Malinalticitl)

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