Sus muchos rostros
Con varios rostros: El cura en su escritorio firmando proclamas, el que enarbola a la Virgen de Guadalupe y termina excomulgado, el dubitativo líder de un levantamiento popular que no toma la ciudad de México, el incendiario en el mural de José Clemente Orozco.
Como sea, hace doscientos años este cura decidió llamar a una rebelión armada con la que se terminó la esclavitud y el sometimiento colonial de los habitantes de el territorio americano conocido como Nueva España. Miguel Hidalgo es la figura iniciadora de una complicada guerra militar, política y cultural que duró once años y que, al final, se resolvió casi por cansancio.
Hidalgo, quien se consideraba el representante de la nación y que su autoridad derivaba del pueblo en armas, habló de instalar un Congreso y redactar una Constitución al tiempo que atendió importantes cuestiones sociales y económicas. Así, decretó la abolición de la esclavitud y la supresión del tributo o de algunas prohibiciones de cultivo y fabricación, libertades que serían discutidas más tarde en las Cortes españolas. Pero a pesar de estos esfuerzos de organización la insurgencia fue un movimiento violento y desordenado, y esto le impidió el apoyo de muchos descontentos. Además, las autoridades coloniales y sus defensores, en particular Félix María Calleja, el militar más destacado de las filas realistas, entendieron que para sofocar una insurrección que se daba por diversos puntos era necesario crear milicias locales, lo que resultó eficiente. Así fue como lograron derrotar a los insurgentes en varias ocasiones y hacerlos huir hacia el norte y, finalmente tomaron prisioneros a sus principales dirigentes seis meses después de iniciado el movimiento, terminando en el evento en el fusilamiento de los mismos cuyas cabezas fueron llevadas a exposición pública en la Alhóndiga de Granaditas en la ciudad de Guanajuato.
La guerra fue sangrienta y destructiva, habida cuenta que no sólo causó gran mortandad entre los combatientes y entre la población civil sino que deterioró aun más la economía novohispana, pues se arrasaron campos, se quemaron hacienda y poblaciones mientras que las redes comerciales se vieron seriamente alteradas. La lucha incluyó, además, otro importante frente, el de la religión, y si bien el alto clero amenazó con anatemas y excomuniones, fueron perdiendo eficacia, entre otras cosas porque parte del bajo clero apoyó a la insurgencia. Aun así, muchos novohispanos no dejaron de atemorizarse ante la violencia del movimiento.
Sin embargo, Miguel Hidalgo representa el derecho fundamental que es el de la libertad que implica la supresión de la esclavitud. El fue el primero en abolirla en el continente americano, el 19 de octubre de 1810. Esta libertad no sólo conlleva la supresión de la esclavitud sino todo un sistema de lbertades. Para Hidalgo, que era muy libre en el hablar,la libertad de expresión constituía punto prioritario. La determinación de Hidalgo por la reivindicación de talas libertades era tajante: “resolvimos a toda costa o vivir en libertad de hombres o morir tomando satisfacción de los insultos hechos a la nación”.
Para concluir sólo es importante mencionar que, sin tomar en cuenta la enorme complejidad que caracteriza al proceso de la independencia mexicana, no es posible apreciar en su justo valor la enormidad del reto que asumieron quienes en septiembre de 1810, con Hidalgo a la cabeza, se atrevieron a desafiar por la fuerza y sin mayores preparativos al régimen colonial y a su poderosa capacidad de represión. Finalmente Hidalgo, son su insurrección, “dio al traste con un gobierno de tres siglos de arraigo, Y (aunque la vida no le alcanzó para saberlo) no hay duda que fue él quien hirió de muerte al virreinato.
Con el apoyo de los ensayos de : Virginia Guedea y Carlos Herrejón Peredo.
Hortensia Contreras V.
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