Orfeo era hijo de Apolo y Caliope, la musa de la poesía. Desde muy pequeño mostró habilidades y talento para la música, al grado que su padre decidió regalarle una lira de oro, igual a la que él usaba, y así Orfeo se convirtió en el músico más grande y admirado de su tiempo.
En su juventud se divirtió con otros jóvenes de su edad, viajó y se embarcó en innumerables aventuras ; y después de un tiempo decidió volver a su tierra natal y allí establecer su hogar permanente.
Al poco tiempo conoció a la hermosa ninfa Eurídice. Dee inmediato se enamoró y empezó a cortejarla con la maravilla de su música, a la que la joven no pudo resistirse.
Apolo organizó una gran fiesta para celebrar el matrimonio de su hijo a la cual invitó a infinidad de dioses y héroes. Todos llegaron y fueron bien recibidos, pero había un joven dios en quien se concentraban todas las miradas. Era Himen, el patrono de los matrimonios, quien portaba siempre una antorcha, y el brillo de la misma definiría el futuro de los contrayentes. Esta vez la antorcha no auguró nada bueno. Y se extendió entre todos los asistentes una sensación de tristeza que se extendió hasta la feliz pareja. Sin embargo pronto se olvidaron todos del mal presagio y se concentraron en desear felicidad y dicha a los jóvenes esposos.
Y en efecto, durante un tiempo fueron felices. Orfeo producía cada día música más y más maravillosa. Hasta que un día Eurídice fue de paseo con las otras ninfas tal como solía hacerlo antes de su boda. Mientras disfrutaba del paseo, pasó por allí un pastor que al verla y admirar su belleza, se enamoró irremediablemente de aquella mujer. Entonces tuvo el atrevimiento de acercarse, y al tratar de alejarse, la tomó del brazo. Asustada, la ninfa pudo zafarse y salir corriendo, sin saber a dónde se dirigía, y en su no vio a una serpiente que se hallaba escondida en la hierba. Al sentirse amenazada la criatura mordió a la ninfa en un tobillo.
El veneno empezó a recorrer el cuerpo de Eurídice, y al llegar Orfeo a buscarla ya la encontró moribunda en medio de grandes dolores. Su esposo la llevó a casa, pero nada podía ya salvarla; y así su corta vida juntos llegó a su fin. Eurídice se marchó a la tierra donde reinaba Plutón, y Orfeo se quedó solo en la tierra con un corazón destrozado.
Durante toda su vida, con cualquier problema que enfrentara, la música siempre le había dado consuelo y solaz, y en este, su peor momento, buscó a la música nuevamente. Arrancón de su lira notas tan hermosas que arrancaban la comprensión y el amor de los que lo escuchaban. Pero esta vez ni el amor de sus amigos ni las notas de su lira, trajeron paz al dolido corazón de Orfeo. Dejó a un lado su lira y se sumió en los pensamientos que le recordaban a su amada Eurídice. Ella, tan joven y hermosa, condenada a vivir en la tierra oscura de Hades. ¿Es que nadie podría ayudarlo a recuperarla? Entonces pensó que él mismo podría hacerlo- Todos decían que su música podía obra r milagros así que trataría de lograr recuperar su felicidad al lado de la amada ninfa.
Entonces tomó su lira y se dirigió al monte Olimpo, allí se arrodilló ante Zeus rogándole que le devolviera a su amada. Zeus lo escuchó y se apiadó de la miseria de Orfeo.
"No puedo devolverte a tu esposa", le dijo. "Ella pertenece al reino de mi hermano Plutón. Pero esto sí puedo hacer. Puedo permitirte que bajas a Hades y trates de rescatarla. Pero piénsalo bien, porque esto conlleva peligros enormes y puede suceder que tú también te quedes atrapado allí.
Orfeo no dudó. Le agradeció a Zeus el preciado regalo y marchó en busca de la amada. Caminó a través de una cueva oscura hasta encontrarse con Cerbero, un perro enorme y temible que estaba de guardia, pero que no podía impedir la entrada a un enviado de Zeus.
Después de un largo caminar Orfeo llegó a la sala del trono donde se encontraban Plutón y Perséfone, ante quienes defendió su causa acompañado de las dulces notas de su lira. Nunca se había escuchado en aquel lugar sonidos más delicados y dulces. Perséfone no pudo evitar las lágrimas de emoción, e inclusive Plutón sintió el poder de aquella música sagrada.
"Traigan aquí a Eurídice", ordenó. Así Orfeo volvió a ver a su amada esposa quien no pudo evitar las lágrimas de emoción al ver nuevamente a su esposo."Tómala ", dijo Plutón, "y sácala de Hades. Pero siempre mira al frente porque si miras hacia atrás el encanto desaparecerá y tu esposa volverá para siempre a este mundo".
Los amantes salieron de la sala del trono y emprendieron llenos de gozo la salida de Hades. Poco faltaba para salir a la superficie cuando una duda asaltó a Orfeo y quiso asegurarse que su esposa lo seguía, volvió la vista atrás. De inmediato oyó un leve sonido que sonaba a despedida cuando Eurídice lo rozó volviendo a las sombras de Hades. El hechizo se había roto!
Orfeo entonces abandonó el mundo y se refugió en el bosque a la espera de la muerte que lo reuniría de nuevo con su amada Eurídice. Y en ocasiones se sentía acompañado de su amada sombra. Y tomaba su lira, descargando toda la angustia que embargaba su corazón, Todos los seres vivos se inclinaban homenajeando al gran dolorido músico.
Al final la muerte lo encontró, y él la recibió agradecido; mientras flotaba hacia su destino pudo recordar la figura de aquel joven enamorado que cortejaba a su Eurídice.
Los dioses que amaban a Orfeo lamentaron su muerte, y para que quedase para siempre en el recuerdo de los hombres colocaron su lira en la bóveda celeste haciendo de una una de las más bellas constelaciones, a la que llamaron Lira.
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