Esta vez quisiera volver la mirada a uno de los más destacados representantes del movimiento Romántico en Inglaterra. P.B. Shelley. Joven poeta que llegó a extremos heréticos y fue un gran inconformista durante su corta vida, sus contemporáneos lo consideraban no sólo como un ateo radical y revolucionario, sino también como un hombre carente de todo sentido de la moral de su tiempo. Estas circunstancias lo orillaron a deja Inglaterra para no volver, y decidió marchar a Italia, donde se estableció decidido a no regresar a su tierra natal. Una experiencia de vida trágica la suya, que lo llevó a estudiar la filosofía platónica y neo-platónica que genera una fuerte influencia en la obra de madurez del poeta. Desde su más tierna infancia, Shelley vivió en dos mundos paralelos. Uno era el mundo de su vivencia cotidiana, mundo de sufrimiento, opresión y crueldad, que al joven poeta le parecía intolerable; el otro era un mundo imaginado donde reinaban la más absoluta justicia, amor y bondad.
Ahora quiero compartir dos de los versos Shellianos más populares y que logran mostrar el pensamiento y la poesía de uno de los más grandes románticos de todos los tiempos.
(No voy a presentar aquí la traducción porque demeritaría enormemente el espíritu de los dos poemas elegidos).
OZYMANDIAS
I met a traveler from an Antique land
Who said: two vast and trunkless legs of Stone
Stand in the desert… Near them, on the sand,
Half sunk, a shattered visage lies, whose frown,
And wrinkled lip, and sneer of cold command,
Tell that its sculptor well those passions read
Which yet survive, stamped on these lifeless things,
The hand that mocked the, and the heart that fed:
And on the pedestal these words appear:
“My name is Ozymandias, King of kings:
Look on my Works, ye Mighty, and despair!”
Nothing beside remains. Round the decay
Of that colosal wreck, boundless and bare
The lone and level sands stretch far away.
SONNET
Lift not the painted veil which those who live
Call Life: though unreal shapes be pictured there,
And it but mimic all we would believe
With colors idly spread –behind, lurk Fear
And Hope, twin Destinies; whoever weave
Their shadows, o’er the chasm, sightless and drear.
I knew one who had lifted it -he sought,
For his lost heart was tender, things to love,
But found them not, alas! Nor was there aught
The wolrd contains, the which he could approve.
Through the unheeding many did he move,
A splendor among shadows, a bright blot
Upon this gloomy scene, a Spirit that strove
For truth, and like the Preacher, found it not.
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