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Hortensia Contreras

Quinientos años de la primera vuelta al mundo. El quinto centenario de la circunnavegación.

Para celebrar esta fecha quisiera compartir con los lectores de Un Ataque de Historia, las palabras firmadas para El País dominical por Cristian López desde Sevilla.



10 de agosto de 1519. Cinco naos con 239 marineros a bordo salen de Sevilla, puerto de escala obligada para el comercio entre el viejo y el nuevo continente. Al frente de la flota Fernando de Magallanes, un valiente explorador portugués que había participado en la conquista de Malasia. A su lado, un discreto marino guipuzcoano, Juan Sebastián Elcano, co-dirige una de las naves, La Concepción. Ambos persiguen alcanzar desde América las islas Molucas de Indonesia, conocidas por entonces como las islas de la Especiería. Estas lejanas tierras ostentan la producción de especias como la pimienta, la canela o el jengibre, que en la Edad Media alcanzaron precios astronómicos en Europa. No será tarea fácil. El viaje obliga a atravesar el océano Pacífico, nunca antes cruzado. Casi tres años más tarde una sola nao y 18 tripulantes de la expedición original consiguen regresar vivos y se convierten en los primeros individuos en dar la vuelta al mundo. El recorrido que trazaron Magallanes y Elcano fueron bordeando desde Río de Janeiro, Buenos Aires, Punta Arenas (Chile), las islas de Guam hasta llegar a Filipinas. Fue en este último puerto donde murió lanceado el propio Magallanes y comenzó a comandar Elcano el navío Victoria que sería el único en volver al puerto de partida. Las provisiones que llevaban los cinco navíos que zarparon en 1519 contenían un total de 500 toneladas de comida, que incluía 200 botes de sardinas, 430 cabezas de ajo y 10,000 kilos de galletas secas y siete vacas vivas para aprovisionarse de leche.

Ahora se ha inaugurado en Sevilla un Centro de Interpretación de la Primera Vuelta al Mundo, impulsado por la fundación Nao Victoria de Sevilla. El centro pretende recrear la vida en la Victoria, única nao que regresó de ese primer viaje. De aspecto minimalista, las estancias pretenden sumergir al espectador en la experiencia de vivir a bordo de un barco y trasladarle a cómo era el mundo entonces y cómo cambió tras la expedición.

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