…de “Las Cartas a un joven Poeta”, publicadas en 1929, tres años después de la muerte del autor de “Las elegías de Duino”—suscitaron profundo interés. Pocas veces se había afrontado el misterio de la expresión estética y analizado con tanta hondura la actitud que corresponde al hombre en su condición de ser moral y de creador de belleza, como en estas cartas dedicadas a un joven desconocido.
Entre 1903 y 1908, el gran poeta de Praga, condenado ya a su destino de eterno andariego, se empeña por participar lo más granado de su experiencia creadora mediante una correspondencia ejemplar, tan lúcida, desgarradora y aleccionante a la vez, que se constituye en el más hondo y entrañable mensaje que pudo brotar de los labios de un poeta para todos cuantos sientan el llamado de la poesía.
Ahora leamos la segunda de sus cartas. Escrita en:
Viareggio, cerca de Pisa (Italia), 15 de abril de 1903.
“Tiene que perdonarme, estimado señor, que sólo hoy recuerde -y con reconocimiento- su carta del 20 de febrero. He estado durante todo este tiempo achacoso; no enfermo, precisamente, sino deprimido por un cansancio de naturaleza gripal que me inhabilitó para todo. Y finalmente, como no se operaba ningún cambio, me trasladé a este sureño mar, cuya acción benéfica ya me restableció una vez. Pero todavía no estoy sano; me cuesta escribir; así, pues, es menester que usted tome por muchas estas pocas líneas.
Naturalmente, ha de saber usted que toda carta suya siempre me complacerá, y tiene que ser indulgente en cuanto a las respuestas, ya que a menudo quedará con las manos vacías; porque en el fondo, y justamente en las cosas más profundas y más importantes, estamos indeciblemente solos, y para que uno pueda aconsejar a otro o, lo que es más, ayudarlo, y para que siquiera una vez obtenga buen éxito, mucho debe suceder, mucho debe ser logrado, toda una constelación de cosas debe cumplirse.
Hoy, sólo quisiera decirle dos cosas:
Ironía: No se deje dominar por ella, especialmente en los momentos no creadores. En los creadores trate de utilizarla como un medio más para comprender la vida. Usada puramente, es también pura. Y no hay que avergonzarse de ella. Si con ella se siente usted demasiado familiarizado; si teme la creciente intimidad con ella, vuelva entonces a los temas grandes y serios; ante éstos se torna pequeña e inerme. Busque lo profundo de las cosas: hasta allí nunca descienda la ironía…; y si usted, así, al borde de lo grande la conduce, comprobará a la vez si esta manera de concebir surge de una necesidad de su ser. Pues por el influjo de las cosas serias, o se desprenderá de usted (si es cosa casual) o se fortalecerá (si realmente le es innata) hasta constituir un noble instrumento que se ubicará en la fila de los medios con que usted tendrá que formar su arte.
Y lo segundo que hoy quería contarle, es esto:
De todos mis libros, pocos me son indispensables; pero hay dos que están entre mis cosas dondequiera que me encuentre. Están también aquí, en torno mío: la Biblia y los libros del gran poeta danés Jens Peter Jacobsen. Se me ocurre si conocerá usted sus obras. Podría usted procurárselas fácilmente, pues una parte ha aparecido en una traducción muy buena del “Reclams Universal-Bibliothek”. Adquiera el tomito “Seis Relatos de J.P.Jacobsen” y su novela “Niels Lyhne”; y empiece el primer cuento del primer todo, que se llama “Mogens”. Un mundo aparecerá ante usted: la felicidad, la riqueza, la inexplicable grandeza de un mundo. Viva usted algún tiempo en estos libros. Aprenda de ellos lo que le parezca digno de ser aprendido; pero, sobre todo, ámelos. Este amor le será retribuido mil y mil veces, y sea cual fuere su vida, él irá -estoy seguro de ello- por el tejido de su existir como uno de los más importantes hilos entre todos los hilos de sus experiencias, decepciones y alegrías.
Si yo debiese decir por quiénes ha sabido algo sobre la esencia de la creación, sobre su profundidad y eternidad, solamente dos nombres son los que podría pronunciar: el de Jacobsen -el grande, grande poeta- y el de Augusto Rodín, el escultor que no tiene igual entre todos los artistas que hoy viven. ¡Y buen éxito en sus caminos!
Su
Rainer María Rilke
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